domingo, 28 de marzo de 2010

Cold Souls.



¿Tienes alma?, ¿a veces piensas que es un peso que llevas arrastrando?, si pudieras, ¿te desharías de ella?, ¿qué forma crees que tiene?, ¿qué harías si descubrieras que tu alma tiene la forma de un garbanzo?

Todas estas preguntas son abordadas en la película estadounidense de nombre Cold Souls (Sophie Barthes, 2009). Desconozco si ya fue estrenada en México (o si algún día será distribuida en las salas del país), pero, invadiendo un poco y sólo temporalmente los dominios de La Sala, hablaré de ella.

Nominalmente se trata de una comedia, confirmado con la presencia de Paul Giamatti (Sideways, Big Mamma´s House, Cinderella Man). Giamatti se interpreta a sí mismo en un papel que recuerda a los buenos tiempos de Woody Allen, con un personaje igual de neurótico, ansioso, apático y depresivo. El resultado son pocas, pero muy bien logradas, secuencias cómicas dentro de un argumento semi lento de humor negro.

El argumento de la película puede parecer fantasioso pero sirve para hacer una reflexión profunda sobre el valor que damos a lo espiritual en una sociedad tecnificada. La discusión sobre la existencia del alma y las consecuencias de venderla y/o perderla ha sido abordada hasta el cansancio, incluso hasta por los Simpsons. Si el alma pudiera ser extraída y reimplantada al cuerpo a placer, ¿lo intentarías?; y si existiera un mercado negro de almas ¿aún así te arriesgarías?; y todavía más importante, ¿hasta dónde estarías dispuesto a llegar para recuperarla?

No pretendo recomendar esta película, eso es tarea de otros blogs. Mucho menos me voy a acabar a esta película a punta de críticas, arruinando la emoción de otros. Ese papel ya lo escogió Jaime. Yo únicamente espero compartir con ustedes mi reflexión sobre una película que, feliz e inesperadamente, se coló, apenas este fin de semana, dentro de mis tres películas favoritas. Toda una grata sorpresa sabatina de Semana Santa. Como un plus a lo buena que me pareció la cinta, para mí jamás pasará desapercibida una película que muestra a Lauren Ambrose, al menos por unas pocas escenas (sí, aunque sea pelirroja).

Por su atención muchas gracias.

martes, 23 de marzo de 2010

Sampling ideas.



Yo no plagio, sampleo. Aunque parece lo mismo, en realidad es diferente. Prefiero ese término porque, aunque también es ilegal, se oye más cool.

Además, la referencia musical, el toque hip-hoper, le da un aire urbano. No es que la idea de plagio no tenga un sentido también urbano (más en esta ciudad), pero eso se debe a la tergiversación y mal uso de la palabra por La Prensa y el Alarma.

APA, Chicago, GB7714, GOST, ISO 690, MLA, SIST02, Turabian, etc. (y los que me pongan) son tecnicismos sin significado para mí. En las calles no hay ética (1) –bueno, supongo, al menos en Taxqueña no- y mucho menos hay tiempo para hacer diferencias entre citas textuales y paráfrasis.

Algunos me acusan de no ser creativo. Yo les digo que son aburridos e iletrados. Me baso en la idea de que todo seguramente ya lo han leído, es de dominio común o simplemente es cultura general. Si no, qué nacos, no es mi culpa. Lo de hoy son los Mash Up literarios. Por qué no empezar un texto, el esbozo de una novela, un ensayo, un artículo, o un guión cinematográfico, con algo así como:

Un fantasma recorre Europa, en algún lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…

En el principio Dios creó el cielo y la tierra, en el entendido de que el fin justifica los medios…

Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que, entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz...

Confesión anónima de un sampler adicto.
El Kanye West de las letras.

(1) Confróntese con su barrio más cercano.



* Esta carta la descubrí vagando por internet, pero no digo de dónde exactamente como protesta (me niego a citar según dicta la norma de la FCPyS, me inclino más por el Freestyle en referencias y notas al pie de página), bueno, y también por envidioso.

domingo, 21 de marzo de 2010

Estadio Azteca



La enésima tarde en el Azteca, pero qué mas da. Preferible eso a ver empatar al Osasuna contra el Betis en otro soso juego en el Sadar. Seguro en alguna parte de Pamplona un ocioso navarro piensa exactamente lo contrario.

Andrés Calamaro, cantautor argentino, asegura en una de sus canciones que cuando era niño y conoció el Estadio Azteca, se quedó mudo. Según sus palabras, le aplastó ver al gigante. Cuando regresó, ya como un adulto, la impresión no fue menor. En un arrebato de creatividad decidió titular a esa canción, simplemente, “Estadio Azteca”.

Independientemente de si se es o no un aficionado al balompié (qué feo se escucha, es futbol), el Coloso de Santa Úrsula es un referente de esta ciudad y de la historia reciente de este país. Icono venerado por igual por argentinos (en razón del milagro de la mano de Dios); alemanes e italianos (por aquel imborrable Partido del Siglo); brasileños (que vieron quizá al mejor Brasil de la Historia en México 70); y evidentemente por los mexicanos, que de fortaleza impenetrable de la selección no lo bajamos (para que no digan que todo lo relaciono con el América).



En fin, como ven, razones sobran para sentirse emocionado cuando uno se acerca a la obra de Pedro Ramírez Vásquez –arquitecto-. La primera vez que visité el Azteca mi emoción era doble. Añadido a las monumentales dimensiones del inmueble, -que mi madre se había encargado de minimizar y adelantar la sensación de vacío e insignificancia que lo invade a uno al entrar (por cierto, gracias por el spoiler)-, estaba la emoción de ser mi primer juego en el Azteca. Así es, yo jugué en el Azteca.

Es verdad, que fue en una de las 16 mini-canchas que resultaron después de dividir la cancha oficial; muy cierto es también que yo solo tenía siete años; y todavía más incuestionable es la rechifla de la gente que nos veía –exceptuando a nuestros padres, espero- que esperaban que termináramos para que empezara el América vs Celaya.

¿Cómo olvidar todo eso? Indiscutiblemente, la mejor sensación que me queda de eso es saber que soy uno de los pocos en haber cometido un flagrante penal en lo que podríamos llamar una acción desesperada ante una acción manifiesta de gol. ¡Qué Brizio me perdone!

El resultado: perdimos, pero eso qué importa.

sábado, 20 de marzo de 2010

Wetback.

Esta es la historia de cómo un pequeño niño mexicano cruza la frontera hacia los Estados Unidos. En realidad es menos intensa y dramática de lo que podrían esperar, pero es más real de lo que muchos podrán imaginar.

En una época antes del TLC los mexicanos buscaban ir hacia los Estados Unidos. No es que ahora ya no lo busquen pero ahora hacerle a la fayuca ya no es rentable. En este marco una madre y su hijo deben cruzar la frontera. Su padre no los puede acompañar y esto devasta al pequeño. Si al menos pudieran atravesar el desierto los tres juntos.

Asentados en la frontera, en un lugar que, para preservar la integridad de los involucrados, llamaremos simplemente: Nogales. Están pues ahí, en este lugar ficticio que imaginamos en algún lugar de la frontera de Sonora con Estados Unidos. Imaginémoslo como Tijuana pero más pequeña; como Ciudad Juárez pero menos violenta.

Para complicar más la historia, sepan que la madre si tiene papeles para cruzar legalmente al otro lado. De alguna manera creyó que podría llegar a la línea con su hijo –indocumentado- y pasar con él al sueño americano. La opción entonces es el engaño. Pero, ¿cómo?

-Claro, hay que despistar a la migra con un buen disfraz.- aconsejan a la desesperada madre.
-Pero ¿disfraz de qué?- pregunta la madre.
- Pues de cowboy, seguro que así ni lo notan. – es la lapidaria respuesta. Una vez más, inexplicablemente, creen que es una buena idea. -Pero habrá que sostener la mentira con algo más ¿no?-.
- Tiene que aprender a decir american citizen-. Esperan que sea la respuesta mágica cualquier pregunta.

Dos horas y media después de lecciones express de inglés pocho y de repetir como parrotAmerican citizen, american citizen, american citizen” está listo.

Ahora si, ya viene la hora buena. Ya se acerca el oficial de migración para seguir la rutina de pedir papeles a todos los pasajeros del vehículo. Pero, what the hell? Algo llama su atención en el asiento trasero del auto.

-Hello Little cowboy- le dice al pequeño niño sentado en el asiento de atrás, perfectamente ataviado como John Wayne, enfundado en unas botas grises de piel de víbora y, rematando todo el conjunto, un sombrero – texano evidentemente-.
-American citizen- responde con aplomo el chiquillo de tan sólo tres años.

En lo que parece una mala broma del destino, el gringo trae ganas de platicar.
-Where´s your horse?-pregunta el gabacho.
-American citizen- es la lacónica respuesta del niño. Sobra describir la cara de tensión entre el resto de los pasajeros del vehículo.
-Excuse me Sir, but I gotta tell ya that Texas is over there. You left it many miles behind.- añadió el gabacho, ya con cara de sospecha.
-¿Qué?- dijo el niño.
- Ha ha ha-. - Pásense ya- dijo el gringo.

* Y esta es la historia de mi primer viaje a los Estados Unidos de América.

martes, 16 de marzo de 2010

Más de las aceitunas.

Sólo dejo este video sobre la entrada de Marcel Khalife y así, de paso, corregir su nombre.

Vean y reflexionen si de verdad el mundo árabe es tan represor, triste y atrasado. No generalicemos.



Compárenlo con este otro, que aunque no puedo agregar es muy interesante ver el cambio de actitud del público. El primer video es en Egipto, el segundo es en Túnez.

http://www.youtube.com/watch?v=jFnQ7falUlY

domingo, 14 de marzo de 2010

El Primer Mundial.



¿Por qué México no ha ganado nunca el mundial? ¿Por qué no somos una potencia deportiva mundial? Porque no tiene negros. Vean a Brasil (por que el ejemplo de Estados Unidos es demasiado obvio). Esa es la respuesta, simplista, que da Olallo Rubio en uno de sus podcasts.

La intención de esta entrada no es tratar de explicar por qué la selección mexicana no ha ganado, ni ganará en el futuro cercano, una copa del mundo. Si tuviera la respuesta, no tendría que ir a la escuela, trabajaría como asesor del Vasco y mi cheque lo pagarían entre la Coca-Cola, Banamex y la Femexfut. Sería el consentido de la junta de dueños del futbol mexicano. Como sea, no me voy a deprimir, después de todo es una pregunta que ha intentado ser respondida – fallidamente- por mexicanos, vascos, pichichis, argentinos, suecos y hasta serbios.

Tampoco pretendo iniciar una discusión sobre la negritud en la identidad mexicana o sobre determinismos raciales (qué hueva, ya pasé África), aunque reconozcan que es una observación desconcertante.

Esta duda me llevó a reflexionar sobre el tema –que arbitrariamente elegí para esta semana- de las Primeras veces. Fue eso y ver el entusiasmo que se apodera de mi sobrino de ocho años ante un juego de la selección mexicana, igual si juega contra Estados Unidos, Nueva Zelanda o Islandia. A él le da igual. Él se pinta la cara y reta a su mamá para ver los partidos de principio a fin, no importando que al día siguiente haya escuela.

Con todo esto en la cabeza, no pude evitar pensar en mi primer mundial. Ese que nunca jugué y, a como voy, seguro nunca jugaré. Me refiero a ese primer mundial que vives como aficionado, creyendo, por culpa de los medios, que es real la posibilidad de tu selección, ahora sí, gane algo.

Cronológicamente mi primer mundial fue Italia 90, pero bueno a los dos años y medio la palabra futbol no me decía mucho. Además, con el chasco de los cachirules, México ni fue.

Siguió Estados Unidos 94. Ya con seis años y una carrera futbolística iniciada, mi interés era mayor. Inexplicablemente, el recuerdo más claro que tengo de ese mundial no es García Aspe o Baggio fallando un penal; el autogol del colombiano Escobar (Q.E.P.D.); Hristo Stoitchkov consolando a Jorge Campos; ni siquiera el último mundial de Maradona y el inicio de su escandalosa despedida. No, nada de eso. El recuerdo más claro que tengo es yo sentado en un restaurante de Coyoacán viendo el partido de cuartos final entre Suecia y Rumania.

¿Por qué? hasta la fecha no lo comprendo. Debe haber sido la impresión que me causó ver a un grupo de rumanos llorando su eliminación, siendo transmitido en vivo a todo el mundo. Podríamos resumir este recuerdo, diciendo que la imagen de Ilie Dumitrescu (delantero rumano que, por raro que suene, a la postre jugaría en el América) fue importante porque mostró el dolor del fracaso, iniciando (al menos para mí) la era de la exposición global de imágenes en tiempo real –que en ese entonces era novedoso-.

Aunque para muchos el Caballo Negro de ese mundial fue Suecia, con Henrik Larsson y sus rastas, para mi el verdadero Caballo Negro fue Rumania, pues en su mejor actuación, y quizá la última a ese nivel, venció a Colombia, Estados Unidos y Argentina. No parece mucho, pero a mis seis años, esos tipos de apellidos raros, parecieron campeones.


*Si alguien sabe dónde puedo conseguir la playera de la selección rumana del 94, avíseme, porque en las pacas de ropa de la Pulguita no ha aparecido.
** La imagen que ven corresponde a la selección rumana del 94. Dumitrescu es el último de la fila de enfrente.

viernes, 12 de marzo de 2010

Libres y locos.



Ante la apremiante necesidad de escribir esta semana en el blog, caí en la cuenta de que esto, como los títulos para la tesis, es cuestión de vender con ganchos y temas publicitariamente atractivos. Por eso, como algunos ya han intentado, hablaremos de primeras veces.

No se asusten, en esta ocasión me refiero exclusivamente al primer disco. Si, pocos recordamos ese momento, pero ahora rodeados de ipods, itunes, mp3, ¿acaso alguien recuerda cuál fue el primer disco que compró?

Yo, si. Fue el Libres y locos de El gran Silencio. No es que no haya tenido música en otros formatos antes, incluso en los ahora un tanto obsoletos CD, pero ese fue el primer disco que conscientemente yo escogí.

No sé si fue lo loco y distinto que sonaba en comparación a lo que se escuchaba por aquellos días de principios de milenio, pero a mis doce años y tras escuchar a esta banda tocar en vivo en mi escuela, decidí comprar –léase pedir a mi mamá- el disco de estos regios greñudos.


La intención de esta entrada no es hablar del estilo musical de estos tipos. A la fecha sólo ellos recuerdan que era eso del chuntaro style o el funk norteño. Los recordé hace unos días pues al sacudir las cajas guardapolvo – porque ahora eso son los CD- noté que la caja de Libres y Locos está vacía. No se que le habrá pasado a ese disco, pero recuerdo con gusto como me sentaba a escuchar y leer las letras (incomprensibles entonces) de estos sujetos que hablaban de cosas tan disímbolas como el amor, Piporro, del concepto de dormir soñando y de unos hermanos mexicanos en el sur. Hasta cierto punto creo que ahí inició mi concientización sobre lo amplio y diverso que era este país. Quizá con ellos se sembró en mí un interés por lo social, que germinaría muchos años después, y que espero siga dando frutos.

¿Y cuál fue tu primer disco?

jueves, 4 de marzo de 2010

Rebeca Linares.

Si el título te dice algo, es que eres banda. Si no, no importa, sólo significa que estás chavo. Pero hay más tiempo que vida, ya lo sabrás algún día. Dejémoslo en que es un nombre imaginario, idealizado, para alguien tangible.

Hoy es el día. Ponte los zapatos rápido y corre a la calle. Ya debe venir en camino. Quizá su nombre –Rebeca Linares- no es ese, pero debería serlo. La podría rebautizar; sólo se me ocurre Gloria, pero esa idea ya me la ganó Joan Sebastian. Sólo Dios sabe su nombre, y sólo porque él la hizo. Ni él mismo está tan cabrón.

Todos los días pasa, entre las 3:55 pm y las 4:00 pm, siempre a la misma hora. Seguro no es de aquí. Una chilanga sabría que debe evitar las rutinas. Si tuviera que apostar diría que es colombiana. Esas no se dan aquí. Quizá su nacionalidad no es esa, pero debería serla.

No es que la espíe, pero debería hacerlo. No la espío pero es un momento agradable de mi día. Es una bella coincidencia en el tiempo y el espacio. Es la razón para correr a mi sosa clase de francés. Por si fuera poco es mi vecina. No sé su nombre, y seguro nunca lo sabré, pues mis valores y mi formación judeo-cristiana no me lo permiten (¡mmm! bueno, eso y la pulguita); además jamás me ha mirado siquiera por error. Quiero pensar que es por que la veo siempre mientras cruzamos la calle, Sí, seguro es por eso.

Nunca entendí el concepto de platónico. Hasta ahora.* Son tan sólo diez segundos de mi vida y de la suya. Pero por ahora mejor así que se quede.

No debería decirlo, pero ya lo dije.

*Sólo aclaro, al menos nunca antes alguna terrenal mereció el calificativo de "platónica".

martes, 2 de marzo de 2010

Mira esta película y gana 10 000 USD.

Muy bien, ahora que de seguro tengo la atención de Jaime, les cuento. Es poco menos que el sueño de Jaime: que te paguen por ver una película. Si fuera verdad él sería rico y no tendría que cortarse el cabello en la escuela de barberos (bueno, pensándolo bien quizá si lo haría porque es bien codo). Basta de hablar de los hábitos de consumo de los compañeros.

La noticia es que, navegando por la red, di con la novedad de que el director de una cinta de terror india (Phoonk 2*, de Ram Gopal) ofrece $10 000 USD a quién acepte - y soporte- el reto de ver su película sólo, desde los avances hasta los créditos del cierre, pasando por la violentísima escena final donde matan a todos (¡Ups!, hagan como que no leyeron eso).

Sin duda suenacomo una excentricidad más de Bollywood, pero esto me hace pensar en todas esas películas en las que el director debió pagarnos por ver su película o a modo de disculpa por hacernos perder el tiempo, como esas lamentales ocurrencias de Speed 2, las secuelas de Star Wars, Crepúsculo y Cloverfield, entre seguramente un muy largo etcétera que ustedes completarán.

A todas luces se trata de un truco publicitario, así que si se emocionaron con la posibilidad de ganarse sus miles de rupias (porque obvio el premio es en rupias) mejor piensen en trabajar porque no hay dinero fácil.

Meditándolo un poco, es más de lo que nos ofrece -leáse nada- esa mujercita que posee y administra el MonBuster, sucursal Santa Ana, con sus recomendaciones de cine**. Piénsenlo. Buenas noches y hasta luego.


* Próximamente busquen la reseña en LA SALA (o cualquier otra fuente seria, como el Publimetro).
** Las referencias a otros blogs son a manera de homenaje.