

Imagina lo siguiente. Eres un(a) joven palestino (a). Tienes alrededor de 12 años. Toda tu vida has vivido en Cisjordania. No conoces otra cosa aparte de la realidad de puntos de revisión, asentamientos, refugiados, tiroteos y la presencia, amenazante aunque no comprendes bien la razón, del ejecito israelí.
Las mayores que te rodean te piden no hacer muchas preguntas. Aún así, escuchas historias. Es casi imposible no conocer a alguien con alguna historia desagradable con los israelíes, afectado por las políticas de control o, incluso, con un familiar que se haya entregado como mártir de la causa. Como sea, el medio en el que vives te deja un mensaje: resiste.
La resistencia palestina es más que Hamas ó OLP. También es más que la vieja condena de las balas contra las piedras. Es mucho más amplia que Intifadas y atentados. La resistencia, se dice ahora, también se goza. En la lucha también se canta y se ríe. No es una idea nueva. Para hacer más llevadera la lucha social, los movimientos sociales se han ayudado de la música (corridos en México), porras (entre los sindicatos de todo el mundo) y, en algunos casos las artes, como la poesía.
Bajo esta idea escribe, canta y lleva su mensaje el músico palestino Marcil Yalif. Musicalizando poemas de poetas de la resistencia palestina, Yalif se presenta por todo el mundo- principalmente en el mundo árabe- concientizando, alegrando y motivando a la causa. Esto lo ha convertido en una superestrella en el mundo árabe. Pero no al estilo occidental de autógrafos, fotógrafos y venta de discos. Marcil Yalif es aclamado pro la esperanza que infunde, presentándose por igual en plazas públicas como en los más grandes teatros de la región.
El título de esta entrada-En mi mano tengo un ramo de aceitunas- es parte de una de sus canciones más representativas Con el pecho en alto. En ella el significado de seguir en la lucha es obvio, pero es además una advertencia. Entre los árabes se cree que en el paraíso uno podrá disfrutar manjares como jocoque, humus y aceitunas eternamente. Igual que en occidente el olivo representa la victoria. Por eso es un aviso de que el pueblo palestino está preparado; ya tiene las aceitunas y sólo espera el momento de disfrutarlas, y mientras tanto vive sin miedo.
Entre ellos suelen recordarse, que cuando peleas con alguien que quiere vivir, tú ganas; pero que cuando lo haces con alguien que está dispuesto a morir, tú pierdes.
La lección: resiste, siempre resiste.