
Un día 12 de octubre, como mañana, pero de 1968, es decir hace cuarenta y un años ya, se inauguraron en el Estadio Olímpico Universitario de la Ciudad de México los Juegos Olímpicos. 1968 significó para el mundo muchas cosas. Quizá nunca antes se cuestionaron las maneras que la modernidad había impuesto sobre le mundo. No obstante, la idea de un mundo globalizado no estaba ni cerca de permear en todas las dimensiones, como hoy en día.
La XIX Olimpiada fue una oportunidad para México. La oportunidad de abrirse al mundo. La oportunidad de difundir su cultura. La oportunidad de mostrar capacidad organizativa, estabilidad social y política. La oportunidad de representar al continente entero y a Hispanoamérica. Pero más que todo, significó la oportunidad de proyectar que se estaba inmerso en la modernidad.
Este interés se entiende debido al contexto del momento. El individualismo capitalista occidental se enfrentaba con el colectivismo de planificación socialista. No convenía dar la impresión de retraso. En un mundo que pugnaba por el progreso, que cifraba todas sus esperanzas en el futuro, la tecnología y el constante desarrollo y consumo, eso parecería sinónimo de comunismo, un tradicionalismo ciego o una religiosidad ignorante. Cualquiera de las anteriores significaba la no entrada al selecto club de países considerados modernos.
Las Olimpiadas son el hito de la era moderna. Representa el crisol de culturas conviviendo en paz, al menos por quince días, cada cuatro años. Al menos por dos semanas la razón se impone. Quizás por eso resultó tan escandalosa la asignación de la sede olímpica a un país del tercer mundo.
Hoy Brasil tiene la misma oportunidad. Bueno, ojalá pudiéramos decir que bajo las mismas condiciones, en las mismas circunstancias o con las mismas perspectivas a futuro. Lo cierto es que la designación de una sede olímpica es un voto de confianza que el mundo da a un país. Entonces la designación de Río de Janeiro para 2016 es el reconocimiento tácito del potencial, o realidad, de Brasil para el futuro próximo, -no por nada será el segundo pais "en desarrollo" en organizar unos Juegos Olímpicos- en momentos en que México está quizá más lejos que nunca de realizar un evento de esta talla y con dicha proyección internacional. Qué lamentable.
La XIX Olimpiada fue una oportunidad para México. La oportunidad de abrirse al mundo. La oportunidad de difundir su cultura. La oportunidad de mostrar capacidad organizativa, estabilidad social y política. La oportunidad de representar al continente entero y a Hispanoamérica. Pero más que todo, significó la oportunidad de proyectar que se estaba inmerso en la modernidad.
Este interés se entiende debido al contexto del momento. El individualismo capitalista occidental se enfrentaba con el colectivismo de planificación socialista. No convenía dar la impresión de retraso. En un mundo que pugnaba por el progreso, que cifraba todas sus esperanzas en el futuro, la tecnología y el constante desarrollo y consumo, eso parecería sinónimo de comunismo, un tradicionalismo ciego o una religiosidad ignorante. Cualquiera de las anteriores significaba la no entrada al selecto club de países considerados modernos.
Las Olimpiadas son el hito de la era moderna. Representa el crisol de culturas conviviendo en paz, al menos por quince días, cada cuatro años. Al menos por dos semanas la razón se impone. Quizás por eso resultó tan escandalosa la asignación de la sede olímpica a un país del tercer mundo.
Hoy Brasil tiene la misma oportunidad. Bueno, ojalá pudiéramos decir que bajo las mismas condiciones, en las mismas circunstancias o con las mismas perspectivas a futuro. Lo cierto es que la designación de una sede olímpica es un voto de confianza que el mundo da a un país. Entonces la designación de Río de Janeiro para 2016 es el reconocimiento tácito del potencial, o realidad, de Brasil para el futuro próximo, -no por nada será el segundo pais "en desarrollo" en organizar unos Juegos Olímpicos- en momentos en que México está quizá más lejos que nunca de realizar un evento de esta talla y con dicha proyección internacional. Qué lamentable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario