Heráclito, Arquímedes, Temistocles, Galileo, Aristóteles, Eugenio Sue, Tennyson, cuanto nombre raro y yo que vine sin repasar historia. De haber sabido cargo con mi enciclopedia. Pero la manda autoinflingida ya es suficiente con los zapatos “cucos” que decidí ponerme.
Pero bueno ¿en que estaba? Ah si, Alejandro Dumas 131. ¿Voy bien o me regreso? Bueno, voy sobre Horacio, hasta ahí voy bien. ¡Mira, la embajada de España! ¡Qué bonito edificio! ¡Qué bonita colonia! Es increíble. Y dicen que no hay dinero en este país. Concéntrate, sigues perdido.
Lo mejor será preguntarle a algún buen samaritano. Y literal, aquí esta lleno. ¿En que momento llegue a Tel Aviv que no me di cuenta? Pero no los puedo interrumpir, están haciendo sus compras en su minisuper de comida kosher. ¿Sería políticamente incorrecto acercarme y preguntarles si saben dónde se encuentra la Embajada de Egipto?
Mejor me ahorro ese pequeño inconveniente diplomático y me aplico con mi orientación. ¿El metro Polanco? Esta hacia… allá. Ok. ¿Masaryk? Mmm… allá. Acabo de pasar la iglesia de San Agustín, eso me indica que… no se a donde voy. Ya la había visto dos veces.
Por fin: Alejandro Dumas. 207, 211,217, 223… momento, la numeración va subiendo. ¡Carajo! era para el otro lado. A lo lejos veo algo que se asemeja a la bandera egipcia. Pero es pronto para festejar, menos con la suertecita que he tenido hoy.
-¡No me diga eso poli! ¿Cómo que hoy no reciben a nadie? – otra vez la mala suerte.
- Pero la página decía que si recibían – yo mismo se que es un mal argumento justo al instante que termino de decir la frase. En este país por muy egipcio que seas terminas por actuar como chilango.
Total nada pierdo con intentar. -Tin, ton- soné el timbre. ¡Dios, el egipcio que abre tiene más cara de matón que el “Mochaorejas”! Bueno, ya entra, no caminaste hasta acá para que te detenga un individuo que apenas habla español. Sería buena oportunidad para practicar lo poco de árabe que he aprendido.
El portero resulta más amable de lo que aparenta. -Vengo a ver al Sr. Abdel Hamid- bien, eso sonó bien y con mucha seguridad. Toda la seguridad desaparece cuando el Sr. Hamid en cuestión te informa que no habla español. No hay problema, sé inglés, según. Aunque no venía preparado mentalmente para hablar en otro idioma, más allá de un saludo en árabe si acaso.
Ya no estoy tan seguro de si sé inglés o no. El acento de este hombre realmente me hace dudarlo. ¿De qué sirvió todo ese tiempo, dinero y esfuerzo para estudiar inglés si no le entiendo a alguien que igual de lento que yo? Ya no te azotes, de cualquier forma no te puede ayudar. No tiene la información que necesitas y aunque la tuviera su oficina es un desmadre, por decir lo menos.
Siendo positivos, la experiencia ha sido, digamos, interesante. Una manera distinta de pasar un viernes. Por lo pronto vamos a casita que hace un calor verdaderamente infame. Y ahora ¿hacia dónde estaba el metro Polanco?
*Todo lo anterior o parte de ello es ficción. Me jacto (jajaja) de contar con un excelente sentido de la orientación.
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