sábado, 19 de septiembre de 2009

Independencia.

Hace días que deseaba publicar esta entrada. Idealmente el 15 o 16 de septiembre (días de gritos, desfiles, pozoles, banderitas, tequilas, confeti etc.) hubieran sido el contexto –o pretexto- perfecto. Pero (sí, siempre hay un pero) los días de asueto y holganza –léase días de puente para echarla- son sagrados. Son más que eso, son un derecho adquirido después de días de sacrificio y trabajo arduo. Y bueno, ya encarrerado el ratón, uno acaba por extender la inactividad hasta el fin de semana.

El tema de hoy: independencia. Esa palabra que escuchamos y con la que nos llenamos la boca cada vez que la pronunciamos, en este mes es sobreexpuesta, exaltada, comercializada y, la mayor de las veces, poco entendida.

El concepto político de independencia se opone al de dependencia. Después de ese momento de lucidez intelectual y habilidad sintética que ya quisieran muchos, expliquémonos. Parece obvio, pero da pie a pensar ¿de qué o quién somos independientes?

¿De los gachupines? Si evidentemente, aunque a Repsol no le parezca. ¿De una potencia extranjera? ¿De un sistema colonial de explotación? ¿Somos libres de hacer, decir, vender, comprar, decidir, crear, aprobar, prohibir, escribir, soñar, firmar, acordar, decretar, viajar, mover, criticar, ver, conocer etc. etc. cuanta cosa se nos venga en gana? ¿Necesitamos del permiso de alguien más?

Desde luego reconozco que no soy el primero en cuestionar por qué celebramos nuestra independencia, si en la práctica no contamos con tal. Ya el mismo Bolívar decía, (parafraseándolo y seguramente mal así que Uds. disculpen), de modo profético o como expresión de un sentido común bárbaro, que los Estados Unidos parecían destinados a plagar la miseria en nombre de la libertad.

Pero no caigamos en ideas negativas, después de todo es el cumpleaños de México, lo cual me lleva a otro conflicto personal. Ya sé que todos esperamos con emoción las fiestas del Bicentenario, pero ¿por qué festejar una mentira? ¿por qué permitir que se difunda una idea inexacta sólo por un nacionalismo exacerbado, si la verdad el país es más joven de lo que pensamos? Once años más joven. A todos nos enseñan en la escuela que la independencia se culminó en 1821. ¡Hasta los chiles en nogada fueron inventados por esas fechas para conmemorar la independencia y al ejército trigarante! Y aún así nadie dice nada.

Pero despreocúpense, ni mi espíritu aguafiestas ni mi poder de convocatoria (reducido a tres lectores) llegan a tanto, así que por hoy ya estuvo bien de blasfemias antipatrióticas. Mañana le sigo.

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