lunes, 21 de febrero de 2011

Kafkiano

(¿Alguna vez han definido una situación de su vida con esa palabra? ¿Kafkiano? Personalmente, yo jamás. No creo ni siquiera saber cómo usarla. No es nada contra Kafka. Como el actual “oficinista” que soy, juro que, al menos en algo si lo comprendo. Pero de ahí a que algo que me suceda amerite ser calificado como kafkiano hay un trecho. Preferiría hablar de eventos freudianos; aspiraría a momentos hegelianos; y, evitaría caer, como diría Jalife, del lado de los neoconservadores straussianos.

Sin embargo, el otro día me sucedió algo que, de ser imperativo categorizarlo, tendría que ser bajo ese calificativo. No sé que tan prudente sea enunciar lo siguiente, pero en fin, ahí va.

No hace muchos días, matando el tiempo en la Biblioteca Central, un “algo” me instó a sacar el libro de La Metamorfosis de Franz Kafka. Lo había leído hace mucho pero, insisto, “algo” me lo recordó. Para no hacer el cuento largo, digamos que mis múltiples ocupaciones no me dejaron abrir siquiera el libro en la semana. El pasado martes 15 al acudir a resellar el préstamo (ahora sí con la firme determinación de leerlo) descubrí entre mis cosas, casualmente entre La Metamorfosis y otro libro sobre anarquismo español –¡qué combinación!, ¿no?-, los restos de un monstruoso insecto (para decirlo en términos de Franz).

Para no entrar en detalles desagradables, diré que este evento me obligó a comenzar la lectura casi de inmediato (claro, previa limpieza del libro). De la trama no tiene caso hablar. Mejor revísenla ustedes mismos y la comentamos otro día –ni que fuera Momo (la de Ende no la de China)-. Pero una duda asalta mi mente desde aquel momento: ¿y si era el mismísimo Gregor Samsa en persona (o en bicho) el que se metió a mi mochila? Y, de ser el caso, ¿qué mensaje podría traerme? Nunca lo sabré, pero que descanse en paz… kafkiano.)


Ya que andamos con escritores renombrados, la frase de hoy es cortesía (aunque no lo sabe) de Mario Benedetti:

"Acá hay tres clases de gente: las que se matan trabajando, las que deberían trabajar y las que tendrían que matarse".

Acerca de la imagen de hoy, pues, creo que habla sola de sí misma.

sábado, 12 de febrero de 2011

E_ _ o y _ a_ _.

(Este no es un relato cualquiera.
Pero tampoco es para tanto.

Más bien es para Nada.


Esto es efímero.

Nada puede ser y estar a voluntad.


Esto era estático. Nada fluye.


Esto generó rumores.

Nada pudo evitarlo. Pero no quiso.


Esto puede ser real.

Nada debe ser una ilusión.


Nada vale tanto la pena. Sin embargo, Esto cree que sí.


Esto pretende perdurar.

Nada simplemente es atemporal.


Esto es reservado.

Nada es pura felicidad.


Esto es un misterio y Nada tan, tan obvia.


Esto está incompleto.

Nada estaba bien sin Esto.


Esto no figura en planes.

Nada sabe lo que quiere.


Esto es confuso.

Nadie comprende a Esto.


Nada ni Nadie permanecerán.

Pero Nadie es de otra historia.


Un buen día, finalmente Esto y Nada se encontraron.

Esto no sabe qué es esto. Nada se oculta. Todo es claro.

Pero, ¿quién es ese Todo?

Esto quisiera ser Todo.

Nada lo impide.


Esto es puro debraye.

Nada es coherente (de cuando en cuando).


Lo importante es que, al día de hoy,

Esto y Nada es más que suficiente.


Nunca antes, cabría aclarar,

había sido ni tan arrebatado

ni menos ofensivo confesar

que Esto soy yo y tú eres Nada.)

LA FRASE:

"Quizá al rato la necesite con más necesidad"
Yo, refiriéndome a una galleta, el otro día en un momento de lucidez-ocio-entre-clases.

LA IMAGEN:

Una foto llamada "Fin de graduación". Si amanezco en una bolsa por los rumbos de Indios Verdes, cúlpese de mi muerte a...




domingo, 6 de febrero de 2011

Un domingo cualquiera.

(Un domingo cualquiera es el título de una película de Oliver Stone. Pero puede ser también la manera de resumir el día de hoy. Reconozco que para millones de personas –y empresas- en el mundo esto no es así. Para ellos este es un “súper domingo”. Y todo por el futbol americano.

Este deporte, que la verdad me emociona muy poco y me entretiene todavía menos, encabeza la lista, muy personal y arbitraria, de las “cosas que no son tan chidas aunque el mundo crea lo contrario”. Jugarlo sí tiene un encanto particular. Admito que despierta instintos violentos en muchos hombres. Para otros muchos es sólo un pretexto para manosearse entre hombres. Sea como sea, si no saben de este deporte, les explicaré de qué va y así ustedes me dirán.

Verlo por la tele es apenas tolerable gracias al control remoto. Si te aburres, hay una jugada polémica, un tiempo fuera de 18 min. o un comercial de siete, siempre tienes la opción de cambiarle.

Aprovecho que ningún gringo leerá esto para confesar: su deporte es insufrible. Y verlo en vivo debe ser todavía peor. ¿Por qué? Analicemos parte por parte.

  • El estadio: casi en su totalidad son estadios al aire libre, lo que combinado con las bajas temperaturas que caracterizan a Estados Unidos lo hacen poco menos que una tortura.
  • La afición: entre los gringos la única regla parece ser: mientras mas ridículo, mejor. Así, puedes encontrarte rodeado de gente con pancartas, disfraces, pintados, encuerados, sombreros de queso y un largo etc. de incoherencias. Casi todos, hombres… y ebrios.
  • Las pausas: primero debemos entender algo. El futbol americano es un espectáculo diseñado para la televisión. Entonces, si estás en tu casa éstas pueden ser aprovechadas para ir al baño, por otra chela o para cambiarle de canal. Si por casualidad estás en el estadio te tienes que fumar esas pausas comerciales, desafíos de jugadas, revisiones, castigos y tiempos fuera padeciendo las condiciones antes descritas.
  • El espectáculo de medio tiempo: aunque Fergie –mmm- acompañada de sus amigos representantes de las minorías étnicas hoy dieron un buen espectáculo, en los últimos años en general se trata de espectáculos sobrevalorados. Mención aparte merece la racha de leyendas de la música que tuvieron sus 15 min. de tributo en este halftime show: Paul McCartney, The Rolling Stones, Bruce Springsteen y The Who.
  • El juego: cada partido dura en promedio 3 horas. Sin embargo, el tiempo activo de juego (cuando la pelota está en movimiento), es de 17 min. Eso sólo plantea una pregunta, ¿qué carajos sucede el resto del tiempo?
  • El precio: para explicar este punto sólo un dato: para este Super Bowl los boletos alcanzaron los 2400 USD, el estacionamiento del estadio 900 USD y ver el partido en las pantallas gigantes a las afueras del estadio 200 USD.
  • Los espectáculos paralelos: con esto me refiero, (¡aplausos!) a las porristas. Si tienes el tino de irle a cualquiera de los finalistas de hoy (Pittsburgh o Green Bay), lástima porque ninguno tiene equipos de animación. Pensándolo bien sólo para ellos esto es algo negativo. Para los demás es lo único rescatable.)

En otro orden de ideas, y antes de despedirme, la “frase de importación” de hoy:

“Un hippie es alguien que tiene el aspecto de Tarzán, anda como Jane y huele como Cheetah.” Ronald Reagan.

Todos tenemos un amigo (a) al que le queda esta frase, así que espero sea útil.

Para cerrar, un “video huérfano”: Se trata del comercial de PETA prohibido para esta edición del Súper Tazón. Una muestra dela doble moral de los estadounidenses. A mí personalmente ni así se me antoja la verdura. Sigo prefiriendo a las señoritas que aparecen en el anuncio.