(¿Alguna vez han definido una situación de su vida con esa palabra? ¿Kafkiano? Personalmente, yo jamás. No creo ni siquiera saber cómo usarla. No es nada contra Kafka. Como el actual “oficinista” que soy, juro que, al menos en algo si lo comprendo. Pero de ahí a que algo que me suceda amerite ser calificado como kafkiano hay un trecho. Preferiría hablar de eventos freudianos; aspiraría a momentos hegelianos; y, evitaría caer, como diría Jalife, del lado de los neoconservadores straussianos.
Sin embargo, el otro día me sucedió algo que, de ser imperativo categorizarlo, tendría que ser bajo ese calificativo. No sé que tan prudente sea enunciar lo siguiente, pero en fin, ahí va.
No hace muchos días, matando el tiempo en la Biblioteca Central, un “algo” me instó a sacar el libro de La Metamorfosis de Franz Kafka. Lo había leído hace mucho pero, insisto, “algo” me lo recordó. Para no hacer el cuento largo, digamos que mis múltiples ocupaciones no me dejaron abrir siquiera el libro en la semana. El pasado martes 15 al acudir a resellar el préstamo (ahora sí con la firme determinación de leerlo) descubrí entre mis cosas, casualmente entre La Metamorfosis y otro libro sobre anarquismo español –¡qué combinación!, ¿no?-, los restos de un monstruoso insecto (para decirlo en términos de Franz).
Para no entrar en detalles desagradables, diré que este evento me obligó a comenzar la lectura casi de inmediato (claro, previa limpieza del libro). De la trama no tiene caso hablar. Mejor revísenla ustedes mismos y la comentamos otro día –ni que fuera Momo (la de Ende no la de China)-. Pero una duda asalta mi mente desde aquel momento: ¿y si era el mismísimo Gregor Samsa en persona (o en bicho) el que se metió a mi mochila? Y, de ser el caso, ¿qué mensaje podría traerme? Nunca lo sabré, pero que descanse en paz… kafkiano.)
Ya que andamos con escritores renombrados, la frase de hoy es cortesía (aunque no lo sabe) de Mario Benedetti:
"Acá hay tres clases de gente: las que se matan trabajando, las que deberían trabajar y las que tendrían que matarse".
Acerca de la imagen de hoy, pues, creo que habla sola de sí misma.
