
Que pica. Que raspa. Que se ve mal. Como quiera que sea al que le raspa es a mí, pero pareciera que todo mundo siente escozor por mí. Gracias por la preocupación. Pero prefiero aguantar eso mil veces a la irritación de rasurarme diario. Seguro que en eso no habían pensado.
La pregunta siempre es por qué me la dejo. Simple: porque sale. ¿Para qué ir contra natura? Si es un rasgo distintivo de los hombres; si la evolución dotó al hombre de la característica del vello facial –bueno, y a muchas mujeres también-, ¿por qué ir contra eso sólo por valores estéticos subjetivos? Según uno se ve mejor sin barba, es más aceptado y la imagen que proyecta es de “limpieza”. Puede ser. Pero concediendo eso podríamos decir que es una moda y, como tal, pronto se pasará y luego regresará, si no pregúntenles a los vikingos qué pensaban de un hombre sin barba. No por nada decir imberbe es casi un insulto.
Además la barba es necesaria. ¿Qué sería de un profesor universitario de literatura sin barba?, o si un hombre desea liberar a su pueblo y llevarlos a la tierra prometida en Israel ¿acaso alguien lo seguiría sin una barba que lo distinga? No digamos si para la próxima fiesta de Moni alguno quisiera disfrazarse de cavernícola; sin barba terminaría por parecer la chica del cavernícola.
Rasurarme es una súplica constante de mi pobre madre. Como psicóloga, jura que la barba es un signo de alguien que oculta algo. Mamá: soy un emo, pero dado que mi cabello (escaso y pegándole a chino) no se presta para los flecos, dejo que sea mi barba la que me resguarde del mundo. Es mi manera de decirle al mundo que lo odio, estoy triste, soy melancólico (a pesar de tener 22), me gustan las estrellitas, las películas de Tim Burton y los coros de mis canciones gritados, para que se sienta mi dolor. Ja, •$%&/” emos con razón les pegan.
Sospecho que muy en el fondo no desea que yo parezca más viejo por temor a que la gente asuma que ella misma es mayor de lo que dice ser. A mí me gusta tranquilizarla diciéndole –burlonamente, la verdad- que es mi manera de hacer homenaje a los apóstoles de Jesús. Ja, ja, ja si lo sé, ni eso respeto, pero ¿apoco no estoy a medio camino entre discípulo y beatle?
Veredicto: la barba se queda. Hay muchos hombres lampiños que desearían tener siquiera la opción de tener una. A ellos se los debo, de lo contrario sería como tener cédula y no ejercer. Además, si ya hubo alguien a quien le encantaba mi barba, seguro ya habrá alguien más en el futuro. Lo único, debo confesar, que me asusta y me preocupa sobre mi barba son esos pelillos rojizos que se asoman de vez en vez . Carajo, ¿será que Pippi es contagiosa? Así como en algún lado leí una vez, yo también creo que: antes perro que pelirrojo.
Nel, nel la verdad se ve mal, se ve de la #$%&/#$%¡¡ es como de pseudo-intelectual pretencioso de izquierda, además, ni que fueras adjunto de Casillas o indigenista mapuche, pero allá tú.
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