Dicen que todos necesitamos del factor suerte. En el fútbol se dice que un penal es mitad técnica, mitad mental y mitad suerte. Momento, 1, 2,… ¿tres mitades?, ya debo tener sueño. Lo cierto es que, aunque vivimos imbuidos por la razón y su rigor, nos encantan los ritos y supersticiones para atraer a la suerte. Si lo sé yo, hay alguien que lo sabe todavía mejor y lo sabe aprovechar en su beneficio: los chinos. Encontraron un nicho en la debilidad occidental por conocer nuestra fortuna. Podremos decir lo que sea de ellos, pero saben explotar nuestras pasiones. Y, para eso, no hay mejor ejemplo que las galletas chinas de la fortuna.
Hace unos días fui a un restaurante chino. Después del atracón, que no les describo para no despertar antojos y/o náuseas, llegó ese momento místico de empaparme de sabiduría milenaria oriental, de reflexionar con el sabio imaginario popular de la China (aunque - en un ataque de honestidad y para tumbar mis propias fantasías- debo admitir que alguna vez escuché que son obra de escritores de origen chino, hacinados en las bodegas de restaurantes en San Francisco).
No se ustedes, pero para mí es emocionante el proceso, nunca sabes que te pueden decir, aunque es muy probable que sólo haya tres o cuatro mensajes diferentes en toda la caja de galletas, pero bueno uno se hace menso y se emociona igual.
Como se imaginarán el mensaje fue muy general, y me dijo poco. La verdad es que también uno escucha (lee) lo que quiere y según le convenga. Como sea, les comparto lo que decía, quizá a alguno de ustedes le sirva:
“Depende de la predilección y estabilidad de la vida para sostenerte”.
La decepción fue grande. Además del sabor a ostia sin consagrar, esperaba del mensaje algo más preciso, de tipo: “No te duermas en el metrobus o acabarás desorientado y apenado en Corregidora”. Eso hubiera sido muy útil este miércoles, pero, como suele decirse, esa es otra historia.
Ya que reflexionaba sobre temas de la buena o mala suerte me topé con una nota periodística que me preocupó. Al parecer están lloviendo cuarentonas en Barcelona. No leyeron mal. Con el perdón de la hoy occisa, que espero no venga a reclamarme (¡pff!, ¡ya no hay respeto¡), un peatón (hombre de cincuenta años) falleció al caerle encima una suicida que se arrojó desde un octavo piso. Ambos murieron. No es de risa, lo sé, pero ejemplifica los contrastes que hay cuando se habla de suerte. Seguro pensarán, ¿cuáles contrastes? Yo no tengo la respuesta, pregúntenle al acompañante del finado, quien resultó ileso.
No puedo evitar el morbo que me da imaginarme compartiendo un plato de chop suey o pollo almendrado y departiendo con alguno de estos tres, únicamente para así, conocer el mensaje de sus galletas. Si la predestinación es cierta, ¿en momentos previos a una inminente, pero sorpresiva, muerte, algo o alguien nos dan señales?, ¿se comunicará la muerte por medios insospechados, como una galleta/cartón de menos de 5 gr?
Personalmente, espero ya con expectación mi próximo atracón.
Felicidades por tu blog, pienso que tienes un estilo muy bueno para escribir, muy reflexivo y divertido. Oye, qué te ha parecido el libro que te presté? Espero que lo estés leyendo. Una de las virtudes de ese libro es que resalta la responsabilidad de la Iglesia frente al ser humano en medio de la situación crítica de nuestro mundo. A lo largo de la Biblia se pueden leer el pensamiento de profetas como Jeremías que le reclama al pueblo de Israel sus errores, a Pablo que rompe con esquemas de la iglesia como institución y a Juan, que en Apocalipsis da mensajes duros a las 7 iglesias. Ojalá luego lo podamos platicar, que tengas buen fin de semana.
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