lunes, 13 de diciembre de 2010

De COPs, Wikileaks, Guerra de Apatzingán y otras barbaridades.

(Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí en este blog. Ya no recuerdo si había un tema central o era el azar –entiéndase como la ocurrencia del día– lo que determinaba el debraye en turno.

Sin embargo, lo eventos de los últimos días, a nivel nacional e internacional, me parecieron un buen pretexto para retomar este espacio.

Comencemos con la COP16. El objetivo ideal: salvar al planeta. El objetivo real: atraer turismo de ciento noventa y tantos países a las paradisiacas de Cancún. Quizá no es tan cierta la segunda afirmación, pero la primera tampoco pasa del discurso.

Como sea, para hablar de la COP16 hubiera preferido enunciar qué espero para la COP17. ¿Cómo es eso? Fácil, para lo próxima reunión, a celebrarse el año entrante en Sudáfrica, me gustaría escuchar que será sólo una reunión de evaluación, donde se diera seguimiento o los compromisos y se revisaran los avances respecto a las metas trazadas en Quintana Roo. Desgraciadamente esto ya no será posible. La verdad era de esperarse, si ya van 16 Conferencias de las Partes, ¿qué nos hacía creer que en esta se resolvería todo? ¡¿Hubiera sido necesario un huracán e inundaciones en la zona hotelera de Cancún durante la conferencia para que los delegados hicieran conciencia y dejaran por un momento el furor que las guayaberas del sureste mexicano causaron?!

Habrá que apechugar y reconocer que muy probablemente estemos solo a la mitad del camino, y en un futuro sigamos escuchando de COP24, COP32 o COP”Nmil” y así ad infinitum, mientras los líderes mundiales, empresarios, industriales, políticos y sociedad civil no entiendan que, como en el resto de nuestras apestosas vidas de humanos, si no sometemos al derecho al medio ambiente todo seguirá siendo un caos anárquico e irresponsable. Acuerdos no vinculantes no son acuerdos. Como dijo Evo Morales, convertido - y con justa razón- en “el” rockstar ambientalista, este debe ser el día del Cancunazo no del Cancunaghen. O así debió haber sido. ¡Planeta o muerte!

Ahora, Wikileaks. Este tema está más que manoseado. Ríos y ríos de tinta –tradicional y electrónica- han corrido al respecto. Todo mundo tiene una opinión al respecto. A mí lo que me genera son sentimientos encontrados. Admito que la idea de Julian Assange es tentadora. Eso del “periodismo científico” y las filtraciones de información contra el sistema son seductoras sobre todo para una sociedad desinformada y apática.

Por un lado, apoyo incondicionalmente a la verdad, y como tal estoy en contra de la desinformación. Así que, por ese lado, que siga Wikileaks, pero que continúe parejo, sin sesgos. Queremos saber de Israel y sus actividades, del Reino Unido y sus diplomáticos, de Australia, Japón, España y México y su relación con Estados Unidos.

Es decir, necesitamos información relevante, de otra manera me hacen pensar que se trata solo de un distractor. Una cortina de humo diseñada para ocultar pecados mayores. ¿O qué nos puede interesar si los gringos creen que Cristina Fernández está loca, o si Berlusconi tiene a su edad un nivel de fiesta envidiable, o si Zapatero pertenece a una izquierda trasnochada? A mí particularmente no mucho, además reflexionemos, ¿realmente se dicen cosas que no sepamos todos ya de una u otra manera?, ¿no vivimos todos suponiendo cosas como esas?, ¿no es de conocimiento generalizado que el único país donde jamás podría haber un golpe de Estado es Estados Unidos, pues no existe una embajada estadounidense en su territorio?
Preguntas como esas y la poca confianza que me inspira el tal Assange me hacen dudar de todo.

Finalmente, y no por ello menos graves, están los eventos que tuvieron lugar en Michoacán durante esta última semana. La “Guerra de Apatzingán” entre La Familia Michoacana, cártel de la droga con aspiraciones a secta, y el Gobierno Federal, encarnado por la tropa raza que va a poner la cara –y las vísceras- por el presi y su guerra contra el narco (término que por cierto cada vez suena más y más al discurso de war on terror de Bush II) puso en suspenso al país en los últimos días.

La situación es terrorífica. Uno no puede más que acojonarse al ver las imágenes y leer las crónicas sobre los sucesos que tienen lugar en las carreteras y municipios de Michoacán. ¿En qué momento llegamos a esta realidad?, ¿cómo se permitió y quién lo hizo?, ¿cuanto tiempo falta para que veamos esas imágenes en Morelos, Veracruz, Oaxaca o el Distrito Federal?, ¿hay esperanza, o pronto tendremos que hablar de flujos de refugiados de la violencia hacia Estados Unidos o Centroamérica? Ojalá no nos volvamos un país de cínicos que se acostumbren a ver muertos en las primeras planas de los diarios. Ojalá que no… (gulp!).

El final del túnel no se ve ni remotamente cerca. La impresión que me queda es que la estrategia de fuego contra fuego no está funcionando, menos si cada vez se engrosan más las filas de criminales y la población inocente queda en medio. Están rodando cabezas pero no las que deberían hacerlo.

Como reza el título de esta entrada prometí más barbaridades. Pero, ¿en serio quieren más?)